lunes, 15 de septiembre de 2008

Demolition Lovers

Se sentía un calor inconmensurable en el ambiente, pero no había ninguna estufa o calefacción encendida en la habitación. El frío en el exterior era extremo, pero por dentro no se notaba. Todavía estaban los platos en la mesa con los restos de la comida que prepararon juntos. Ahora que recuerdo, ella propuso lavarlos, no se bien porque, pero el decidió que quedaran así, mas tarde lo haría. Desde la mesa comenzaba un interminable sendero de ropa, imposible perderse. Habían vencido todas las barreras del miedo, consiguieron superar el temor a lo nuevo y desconocido. Se adentraron en un terreno desconocido para ambos, pero no había pánico, claro que no. Caminaban juntos por ese camino a lo nuevo. Se tomaban fuerte de las manos y se miraban tiernamente a los ojos, sin necesidad de hablar porque solo con su mirada se decían todo. La cama estaba completamente desarreglada y con pequeñas migas de las galletitas que había comido la noche anterior. Estaban nerviosos, imposible negarlo. Sentían temor, para que mentir, pero el solo ver el gesto de placer del otro los alentaba a seguir, a alcanzar la perfección, a coordinar todos los sentidos en uno solo. Era sentir sus calidos y cambiantes cuerpos adolescentes envolverse en una lujuria nueva para ellos, sus primeros pasos en ese complicado y demacrado nuevo juego llamado AMOR. El solo procuraba hacerla sentir bien, lograr un goce completo en el cuerpo de ella, algo que nunca había sentido. La dulce muchacha solo buscaba complacerlo entregándose en cuerpo y alma, haciéndole saber que su cuerpo era suyo y estaba a su completa disposición. Fue solo cuestión de unos minutos para que reaccionaran, para que se dieran cuenta lo que estaba ocurriendo, y en ese momento se volvió inevitable. Cayeron a un profundo abismo de placer que se prolongo por un rato largo, donde descubrían lo nuevo del amor, donde aprendían a amarse de una manera distinta, un nivel superior. El tiempo transcurrió y todo terminó. Pero ambos sabían que nada volvería a ser igual. Que habían marcado sus vidas para siempre de una manera única. Estaban demolidos, exhaustos, cansados. Solo atinaron a decir dos palabras: TE AMO, cosa que quedo grabada a fuego en sus cuerpos y corazones.