viernes, 29 de agosto de 2008

Chau corazon

Pobrecito el, que sufrió. Pobrecito el, que murió. Agonizo durante mucho tiempo aquejado por una extraña y mortal enfermedad desconocida. Sufrió hasta el último instante de su corta vida un dolor inimaginable, intratable. Un dolor que logro lo imposible, logro que derramara una lagrima. Me acuerdo de el. Era como todos los demás, bello, sano, radiante aunque a decir verdad no le gustaba divertirse, más bien era reservado y por eso los demás lo molestaban, pero al poco le importaba porque era feliz así. Hasta una fatídica tarde. Jamás olvidaría ese día. Se encontró con la muerte misma, la parca, en la forma de una encantadora mujer. Pobre iluso que cayo en sus garras. Era malvada, despiadada, sanguinaria, es solo que el se negó a creerlo. Por lo menos por un tiempo, hasta una noche. Noche templada de verano, con la suave brisa en su cara recibió el ataque mortal, LA INYECCION LETAL, el golpe de gracia. Y ella desapareció. Volvió al mas profundo de los infiernos para regodearse con el dolor de el. Recuerdo cuando me entere de lo que sucedió. Lo primero que pensé fue: LO SABIA. Pobre el, era terco, testarudo y en ciertas ocasiones mentiroso, pero todos lo queríamos. Se había ganado nuestro cariño, por eso estuvimos con el hasta el ultimo día, aunque cueste hacerse a la idea de que ya no esta con nosotros. Con una lágrima en los ojos digo: Descansa en paz CORAZON, tu dueño, un tal Franco Coronel te extraña pero sabe que no vas a volver.